Me informo sobre la nueva demanda interpuesta al Barça por
la empresa MCM.
Al parecer esa empresa pretendía explotar comercialmente la
fachada de la nueva Masía del Barça a través del disparo de publicidad vía
luces leds.
La demande de MCM la defiende su abogado, Mario Conde, el
santo y seña patrón viviente de los desmanes de los banqueros, y la justifica
por “lucro cesante y daño emergente”.
Mientras leo esos términos, por los que solicita para la
empresa que defiende 100 millones de euros, la chispa cerebral se fija en mi
propio yo, porque mi yo se siente
definido por Mario Conde y mis ojos me leen a mí mismo en algún lugar difuso de
mi mente como “lucro cesante y daño emergente”.
Me río y me dedico a pasar página y ojear otras noticias,
pero la sonrisa no abandona mis labios. Y no es una sonrisa amarga, es más bien
dulce. De complicidad.
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